Hoy, 16 de diciembre, se celebra, como todos los años, el día de la lectura en Andalucía, eligiendo el Centro Andaluz de las Letras como figura central a un escritor o escritora y sus palabras son el eco de la Alocución ciudadana que se lee en todos los actos que se celebran en Andalucía. Este año, la alocución ha sido realizada por la escritora y librera Belén Rubiano, quien nos invita a la lectura a través de un texto titulado ‘Quien lee lo sabe’. Sus emotivas palabras nos acercan al placer de leer:“Porque, por mucho que cambie, el mundo nunca muta: nadie nace sabiendo y estamos solos. Así pues, contra la ignorancia, la soledad y el frío de las malas compañías, libros. Aunque no suelan mejorar el saldo deudor entre realidad y deseo ni eviten que la historia, testaruda, reincida en sus errores.
Porque su ambición es otra y quien lee lo sabe: que el lector se comprenda, ni más ni menos”, escribe Belén Ruano, en la alocución ciudadana, dedicada en su integridad a reiivindicar a la primera mujer que escribió en español con conciencia de estar escribiendo una obra literaria,en 1545, el libro de caballerías titulado Cristalián de España, la vallisoletana Beatriz Bernal, aunque lo hizo de forma anónima, firmando la primera edición simplemente como «una señora natural de la noble y más leal villa de Valladolid»
Belén Rubiano (Sevilla, 1970) es librera en su ciudad natal. Ha cursado, entre otros, estudios erráticos e inconstantes de psicología, filosofía, cine y fotografía, y reconoce que su única constancia hasta la fecha ha sido la lectura. Ha colaborado en radio y revistas especializadas como crítica y prescriptora literaria. Aunque la pregunta que más veces ha tenido que responder a lo largo de los años es «¿cuándo vas a publicar?», afirma que hasta ahora no tenía una historia que contar ni tiempo para escribirla. Rialto, 11 es su primer libro.
Un día de principios de otoño de 2002, la luz de una pequeña y recóndita librería de la plaza del Rialto de Sevilla se apagó, sin ruido ni apenas despedidas, definitivamente. Su fundadora había empezado a vender libros diez años antes en otras librerías, donde aprendió muchas cosas, además de su oficio.En la sucesión de vivencias que conforman estas deliciosas memorias parciales, Rubiano comparte con los lectores la insobornable vocación que le llevó a establecerse como librera en una esquina del mapa. Y lo hace con humor y con cándida sinceridad, porque salvo la satisfacción de trabajar entre libros y lectores entendemos desde el principio que nada es como había soñado y que en el oficio no faltan tormentas, marejadas y amargas decepciones. Pero también hay, afortunadamente, momentos delirantes, impagables lecciones y grandes alegrías.Ante todo, la valía de estas páginas, que el lector recorrerá entre la carcajada libre y la más profunda empatía, reside en la vitalidad y el personalísimo estilo con el que Rubiano nos habla de su particular devoción por los libros y de cómo uno puede llegar a arriesgar cualquier seguridad por perseguir un sueño. Libros del Asteroide
“El año pasado, en su alocución del Día de la Lectura en Andalucía, Herminia Luque nos hablaba de Cecilia Bóhl de Faber, una escritora que significó mucho para mí en mis comienzos en este, tan placentero como grave, oficio de leer. Y, como cerezas gemelas, me ha venido a la mente otra mujer cuya vida me gusta imaginar por más que de ella tengamos pocos datos y ni un retrato: Beatriz Bernal. Quizás porque no son pocas las similitudes que comparten. Ambas biografías parecen atravesadas por un hilo conductor común: la lectura voraz y la voluntad de sumar a lo ya escrito una obra propia. Ambas publicaron bajo pseudónimos y enviudaron dos veces. Ambas legaron a su muerte una biblioteca nada desdeñable y el convencimiento de que los mismos caracteres que sirven para romper vidas, combinados entre ellos con más arte, pueden parir otras que, en algunos casos, no parece que hayan de morir. No es el caso de ellas: Fernán Caballero es cada día menos leída y, a menos que uno sea millonario, hoy es prácticamente imposible leer el único libro que escribió Beatriz Bernal; pero hizo historia y muchos colegas (Góngora entre ellos) incluso la citaron. Sabemos que la primera impresión (firmada como Una señora de Valladolid) se vendió entera. Que hizo partícipe a su única hija de la importancia de su gesta. Que era consciente de que su libro merecía una cierta posteridad pues, gustando, se había agotado. A su muerte, entre 1562 y 1586, su hija luchó y consiguió el permiso necesario para reimprimir la novela de caballería escrita por su madre. Esta vez con su nombre: Beatriz Bernal.Hoy está considerada la primera mujer que escribió en nuestra lengua con conciencia de la propia autoría aunque, según mis comprobaciones, no tiene calle, plaza o barreduela que la recuerde en sitio alguno. Que la historia está llena de olvidos como el suyo es bien sabido, y mis palabras no deben entenderse como reivindicación sino como reconocimiento. No sabemos de ella ni qué aspecto tenía, mas creo conocerla profundamente. ¿Quién de nosotros desconoce lo que es estar solo entre la gente? Beatriz Bernal se sintió así, como todos los lectores puros primero y todos los que llegan a ser escritores después, no me cabe duda, en su primera infancia. Pero tuvo la fortuna de tener libros cerca y el acceso a una formación que su época negaba a las mujeres. Descubrió la lectura y sus infinitas bondades: la multitud de vidas posibles viviendo apenas la propia, algo que conlleva la aniquilación del tiempo que miden los relojes, la posibilidad de viajar lejísimos sin salir de Valladolid y que lo que llamamos realidad es sólo la manera que tenemos de fracasar al nombrarla. El mundo ha cambiado mil veces desde que Beatriz Bernal testó a favor de su única hija sus riquezas: ni más ni menos que sesenta volúmenes muy amados y releídos. Alas y ancla a la vez, quien lee lo sabe, y la mejor compañía en ese transitar la vida que nos toca. Más dura o más amable, ni una sola se ha visto nunca libre de temerse impar entre los suyos. Porque, por mucho que cambie, el mundo nunca muta: nadie nace sabiendo y estamos solos. Así pues, contra la ignorancia, la soledad y el frío de las malas compañías, libros. Aunque no suelan mejorar el saldo deudor entre realidad y deseo ni eviten que la historia, testaruda, reincida en sus errores. Porque su ambición es otra y quien lee lo sabe: que el lector se comprenda, ni más ni menos.” Belén Rubiano
En nuestro IEs hemos optado por la frase “SI ESCUCHAS A LOS LIBROS, SOÑARÁS” que ha servido de temática para el fantástico escenario fabricado por nuestro compañero Antonio López, que sirve de antesala para la llegada de la Navidad y la efemérides a celebrar. Nuestras compañeras de Lengua y Literatura han coordinado, a su vez, las producciones del alumnado en forma de frases y versos que han servido de contenido a los bocadillos-sueños.
Y AQUÍ EL MANIFIESTO DE BELÉN RUBIANO EN VIDEO.